La economía tradicional ha asumido por mucho tiempo que los seres humanos tomamos decisiones financieras maximizando nuestros recursos. Sin embargo, las investigaciones de Daniel Kahneman y Amos Tversky nos han demostrado lo contrario.
Desde la Economía Conductual, sabemos que nuestras emociones juegan un papel clave en cómo gastamos, ahorramos e invertimos. Esto se debe a que no somos robots: nuestra historia de vida, la comunidad en la que crecimos, las dinámicas familiares, las relaciones interpersonales, la profesión que elegimos y nuestras propias percepciones afectan la manera en que manejamos el dinero.
Tomamos muchas decisiones financieras basándonos en el placer inmediato, sin analizar si realmente lo necesitamos o si estamos afectando nuestra estabilidad económica. Esto nos puede llevar a un consumo impulsivo y, en muchos casos, a endeudamiento excesivo, acumulación de intereses, manchas en el récord crediticio, deterioro de las relaciones familiares, distanciamiento de nuestros círculos sociales, dificultad para el cumplimiento de metas y limitaciones significativas en la construcción de nuestro proyecto de vida.
Las emociones no son nuestras enemigas; al contrario, nos ayudan a motivarnos y a tomar acción. En lugar de ignorarlas, el secreto está en reconocerlas, identificarlas, valorarlas e incluso reconciliarnos con las que no son placenteras, pues también tienen una enseñanza para nosotros.
Una vez que aprendemos a ser conscientes de nuestras emociones podemos gestionarlas, de manera que sean equilibradas entre “lo que sentimos” y “lo que pensamos”, entre “el placer de ahora” y “el bienestar futuro”, entre “el gustito que me doy” y “lo que necesito”.
Algunas preguntas que podés hacerte antes de tomar una decisión financiera son:
✔️ ¿Estoy comprando esto por necesidad o por impulso?
✔️ ¿Cómo afecta esta decisión mi estabilidad financiera a largo plazo?
✔️ ¿Podría destinar este dinero a un objetivo más importante?
Reconciliarnos con nuestras emociones asociadas al consumo es clave para tomar decisiones financieras más responsables y asegurarnos una vida digna y un futuro pleno.
¿Qué opinás? ¿Has notado cómo tus emociones influyen en tu forma de manejar el dinero? Te leemos en los comentarios.